UNA VIDA OCULTA (A Hidden Life) 2019
Dirección: Terrence Malick
Cuando se reseña una película del legendario director americano Terrence Malick, se cae en la tentación de decir que es su mejor film. Y esta vez no es la excepción.
“A Hidden Life”, su última película presentada en el pasado Festival de Cannes está basada en hechos reales y narra la historia de Fanny y Franz, entre 1939 y 1943, en la campiña austríaca, sometida al yugo nazi. El planteo es aparentemente simple. Luego del primer llamado para alistarse en las tropas del Eje, Franz se rehúsa a servir en combate y luego se niega a jurar lealtad a Hitler. De temperamento retraído y profundamente católico, sus convicciones le impedirán luchar en una guerra que considera innecesaria y mucho menos jurar lealtad a esa especie de anticristo que representa el Führer.
A lo largo de 173 minutos de metraje, Franz (August Diehl) y Fanny (Valerie Pachner), sus tres hijas pequeñas, la madre del él y la hermana de ella, son quienes integran ese grupo familiar que desentona con la comunidad. Al consabido saludo nazi “heil Hitler”, Franz responde “fuera Hitler”. Y todo cambiará para ellos.
Los argumentos filosóficos (estoicismo) y religiosos de Franz y Fanny, implican en primer lugar la condena social de la comarca, que los rechaza (“no puedes decir no a tu raza y a tu sangre”) pero también tratan de convencerlos para que se retracten, desde el Obispo, hasta el Alcalde.
Como es habitual en sus películas, Malick se toma su tiempo para describir el inmenso amor que se prodigan Franz y Fanny, en el marco de la maravillosa naturaleza de la aldea austríaca con la extraordinaria fotografía de Jörg Widmer. Y también el desgarrador tránsito hasta asumir la tremenda decisión, que pondrá en peligro sus vidas.
La performance del reparto de actores alemanes es grandiosa. August Diehl y Valerie Pachner empatizan a la perfección y hacia el final, el gran Bruno Ganz aparece, en una de las últimas actuaciones de su vida, como Richter, en un esclarecedor diálogo con Franz (“es mejor sufrir la injusticia que hacerla”)
La banda sonora pertenece a James Newton Howard y la música adicional con clásicos de Bach, Beethoven y Dvorak, completan el armónico conjunto.
Me permito la sugerencia de pausar la proyección en dos partes para poder disfrutar el prolongado metraje en su plenitud (como ocurrió con “El Irlandés” de Martin Scorsese).
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